María Ferrando, violín

Comienza sus estudios en el coro de los Pequeños cantores de Valencia. A los ocho años ingresa en el Conservatorio Profesional de Música de Valencia y estudia con los profesores Victoria Lorente, Josep Ribes y Miguel Ángel López.
En 2020 obtiene el título superior en la especialidad de violín en el Conservatorio Superior Joaquín Rodrigo de Valencia con Bárbara Mingot. Asiste paralelamente a clases con Vicent Balaguer.

Ha recibido lecciones de Victor Parra, Mirabai Weismehl, Catalín Bucataru, Vasko Vasiliev, Agustín León Ara, Brodsky Quartet, Cuarteto Quiroga, Rivka Golani, Simone Gramaglia, Luis Esnaola, David Grimal, Mirelys Morgan y Mats Zetterqvist.

Toca como solista de la Orquesta de La Valldigna y forma parte de la Orquesta Federal y la Orquesta de la Semana de Música Religiosa de Cuenca. Ha sido miembro la Academia de estudios orquestales Baremboin-Said con el profesor Miguel Colom y de la Joven Orquesta Nacional de España.

Realiza el Máster de Estudios Orquestales en el Conservatorio Musikene de San Sebastián con los profesores Aitzol Iturriagagoitia y Xabier Gil.

Actualmente colabora con las orquestas: Adda Sinfónica, Euskadiko Orkestra, Orquesta de la Comunitat Valenciana y Orquesta de Valencia, Orquesta de Cámara de Valencia y Grupo de cámara Enigma. Es miembro fundador de Nostrum Mare Camerata.


Corta distancia:

  • Estar rodeada de músicos talentosos y trabajar juntos me hace sentir más creativa. Ensayar con la orquesta y probar diferentes formas de interpretar las piezas me inspira muchísimo. También viajar y conocer nuevas culturas llena mi cabeza y mi alma de nuevas ideas y emociones que puedo plasmar en mi música. Además, practicar de forma regular me proporciona una base sólida para que mi creatividad fluya con más libertad.
  • En el sistema actual de formación académica del músico, me gustaría que hubiera un mayor énfasis en la creatividad y la improvisación. A menudo, la educación musical se centra mucho en la técnica y la interpretación de piezas clásicas y no siempre fomenta la capacidad de los estudiantes para componer sus propias piezas o improvisar. También me encantaría que se incorporasen más oportunidades para que el alumno explore nuevos géneros y estilos. Todo esto contribuiría a que la formación fuese más completa y enriquecedora, ayudando a que los jóvenes músicos desarrollemos una voz única y nos sintamos más libres y seguros en nuestra expresión musical.
  • Cuando subo al escenario siento una mezcla de emoción, adrenalina y profunda conexión con la música. Al principio, siempre hay nervios, pero una vez comienzo a tocar, se transforman en disfrute y concentración. Me gusta muchísimo porque es una oportunidad de compartir mi pasión con el público, creando una experiencia única e irrepetible. Disfruto especialmente cuando toco en grupo, más que en solitario. La energía que se genera al tocar con mis compañeros de orquesta es incomparable. La interacción y cohesión del conjunto crean una sinergia especial que potencia cada interpretación. Sentir cómo todos trabajamos juntos para dar vida a la música es increíblemente gratificante. Es un privilegio poder transmitir emociones a través de la música y ver cómo el público responde a ellas.
  • Mi padre ha sido la persona que más ha influido en mí como persona. Desde que comencé en la música, ha sido mi ejemplo a seguir como clarinetista profesional. Su dedicación, pasión y habilidad han sido una constante fuente de inspiración para mí. Me ha enseñado, no sólo las habilidades musicales, sino también valores como la perseverancia, el compromiso y la importancia de seguir tus sueños. Su apoyo incondicional y sus consejos han moldeado mi camino en la música y en la vida y siempre estará agradecida por su influencia positiva en mi desarrollo como persona y como músico.
  • Con NMC me encantaría tocar la Serenata para cuerdas de Josef Suk, que me parece muy interesante.
  • El debut de Nostrum Mare Camerata en el Teatro Olympia fue un momento muy especial, lleno de nervios y emoción. El trabajo previo fue impecable: pasamos muchísimas horas ensayando y, durante el proceso, hubo risas y también estrés. Todo ese esfuerzo y dedicación se notó en la actuación, que fue inolvidable. El buen rollo y el compromiso de cada miembro de la orquesta hicieron que esa primera experiencia fuera única y muy especial. Fue el principio de algo muy grande.